Durante el tiempo que vivieron entre nosotros nos enseñaron mil cosas. Cada una, aunque hermanas, eran muy diferentes, una inquieta, siempre detrás de su mano amiga, la otra tranquila, podía pasar horas y horas sentada sobre aquellas piernas que quisieran arroparla, cerrando los ojos fuertemente si pensaban en quitarla, porque ella sí sabía, que el sueño de los animales se respetaba por encima de todo...
Fueron otros tiempos, y aunque ahora no están, físicamente, junto a nosotros, siguen aquí, alimentando nuestras risas cada día, cada momento.
A ellas y a otros muchos que nos acompañaron en nuestro lento caminar está dedicada nuestra fábula. Esperamos que al leerla te llenes con una pequeña parte de lo que sentimos hacia ellas. Su historia te está esperando en...
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