La
propuesta
Cada día, en su eterno caminar, pasaba bajo la puerta
alada. Cada día, antes de fundirse con árboles y ardillas, se veía reflejada en
el cristal acuoso de la fuente que le devolvía la mirada, una mirada diferente,
de un ser diferente, con una actitud diferente.
Cada día huía rápida del incómodo espejo de agua sin
querer ver lo que no quería ver.
Y así pasaron días, meses, años, hasta que una mañana del
Sr. del Tiempo, al pasar bajo la puerta alada, tuvo la certeza de que algo
ocurriría y al verse reflejada en el cristal acuoso algo la hizo detenerse el
tiempo suficiente para vislumbrar una sonrisa de ojos claros, el tiempo
suficiente para oír una voz que le decía:
-Te propongo una cosa. A partir de hoy párate a mirar
cómo te veo y no huyas ante lo evidente que late dentro de ti. Si sólo ves lo
que te dicta tu mente estarás negando lo más valioso que posees: tu alma...
La voz se alejó, sólo fueron unos minutos, pero la imagen
de un ser diferente seguía allí, envuelto en lanas violetas, mirando con
dulzura a su alrededor, con el conocimiento en su mano derecha para recordar lo
que su memoria olvidaba, un ser que, por encima de todo, irradiaba ternura...
P.D: Que nunca jamás los árboles nos impidan ver el
Bosque. Gracias.
18 diciembre 2014
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